Un día, Lebu sacó el plumón de su bolsillo y se acercó a su ventana. Pensó en inventar una fórmula, pero no lo hizo. Pensó en escribir una historia, pero no lo hizo. Así que pensó en su soledad y se dibujó una compañía. Su nueva amiga atravesó sus sueños materializados en el dibujo de su ventana. Cobró vida. Desde entonces, Lebu está tranquilo.
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