Ele ya no observa ni su cielo su razón de vida se ha cumplido ¿se ha ido la fragancia de su pelo a vivir con el Carmelo malherido?
Ele no tiene esperanza alguna, el sufrimiento se apodera de sus ojos ¿serán rojos como la arena de mis dunas que vi en ayunas muy lejos de mis antojos?
No conciliables ni las tardes grises ni el conflicto ni el sueño arrebatado. Si el principado va a comer perdices, no son felices en su pueblo amado.
El pueblo de Ele es un resorte fuerte que lleva muchos siglos, oprimido. Los deprimidos solo gritan: MUERTE Con mucha suerte lograrán su cometido
Con suerte aún, se los lleva el olvido Y con más suerte se los come el cielo Pero ojalá se los trague la tierra...
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