Concéntrate.
La arritmia te hace permanecer en el centro del sitio mientras tu mente viaja hacia las madreselvas inspiradoras, loniceras de sabiduría; que te permiten hilar las ideas a partir de un hilo conductor que no encuentra madeja.
Respira.
Sientes la misma presión en la parte más septentrional de la espalda. Pero es una presión ya sin presión, que descansa. Y te divierten los mismos errores aunque diabólicos sean, ya, para tu mente hiperbólica.
Inspírate.
Tarde o temprano tienes que terminar y el tiempo seguirá corriendo aunque estés tirado, cagado, moribundo, en tu yacija con aire talamidal.
Corrige.
Cada paso humano está plagado de errores descomunales pero hace falta revisar los más evidentes antes de compartirte al tercero de buena fe. Al cuarto de mala. Antes de vender gratis lo que inevitablemente el tiempo hará desaparecer y la sociedad teledirigida no tomará en cuenta siquiera.
No descansa.
Ya habrá tiempo para descansar en paz...
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