La mejor de las voces se apaga, B... ya no quiere cantar porque los cuadros de tinta se chorrean mientras la banda que afina intenta hacer una entrada distinta a las que acostumbra con una canción de vino.
Con una esperanza oculta, creo reconocer un verso, creo equiparar las ondas de la garganta fulana: pero no se parece en nada, porque el verdadero ha muerto; y ya no tocará nada, y ya no cantará nada.
Buena vista, caballero.
El cuatro de las distintas, me arroja nuevas secciones, de las iguales ausentes que entonces se han realizado. Dos notas cubren el marco, el semiseco te ahoga. El fermentado de al lado desentona mis pretensiones, me hace sentir emociones y pensar razones varias. Me hace olvidar que llego con acompañante nueva.
Suena la adaptación. Y el chango chirriante anima los diálogos solos con sentido pero repetitivos a la usanza de las tres marías causales de las relaciones que acaban con muchos sueños, pocas realidades y ausente dinero.
Ni veo el filme. Hace tiempo que-
Gracias.
Hace tiempo que ... olvidé lo que iba a decir
-No hay problema. Canta.
Más tarde.
-Me voy...
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